
Que el día te cunde más, que las ideas fluyen más claras y fluidas en los albores y que la desaparición de la negrura de la noche ejerce sobre el hombre un efecto balsámico y esperanzador, contrario al que produce el cielo azabache dónde se instala la desesperación nocturna es algo innegable.
Unidas a esta frescura matinal que se cuela por mis ventanas, suelen venir las noticias en sus muchos formatos de actualidad, prensa, radio, internet, televisión, y ahí, con la que está cayendo, es cuando noto como mis pies se colocan de nuevo en su medio y altura habitual, es decir, en el suelo y, al compás del desayuno suelo tragar, una tras otra, las innumerables malas noticias que la política y la economía nacional me deparan diariamente, haciendo tambalearse mi matinal optimismo.