Leo en el blog de Yoani Sanchez que su profesión (no ejercida) y su pasión son la filología y la informática. Coincido en la segunda y la admiro por la primera, de la que es licenciada y doctora.
En cualquier caso, como es habitual en las grandes personas, mi admiración por ella no reside tanto en las formas de su trayectoria vital, como en el fondo de sus desvelos y en la desigual batalla que libra para conseguirlos.
No la conozco personalmente y se de ella lo poco que sus pocos amigos y sus muchos enemigos han difundido o contribuido a difundir, pero la opinión que me he formado es la de una persona tan paciente, reflexiva, introvertida y silenciosa en la distancia corta como exaltada, ardiente y luchadora frente al gigantesco enemigo con el que convive a diario y que no es otro que su propio país, su propio Gobierno y sus propios vecinos. Y así ha llegado hasta mi blog como supongo es su forma de ser en la vida real, de puntillas, sin hacer ruido, como la sugerencia a media voz de un tercero, pero con la suficiente tenacidad y rotundidad como para denunciar el penoso statu quo que vive su país, Cuba y las difíciles vicisitudes diarias de sus habitantes en la titánica lucha por sobrevivir librada día tras día por los cubanos anónimos.
A poco que uno profundice en la vida y obra de Yoani, se siente tocado en lo más profundo de sus convicciones y obligado a corresponder a semejante esfuerzo por parte de esta mujer, de complexión menuda en continua pugna contra un adversario miles de veces más fuerte que ella pero ante el que no se arredra en absoluto.
Disidente con su gobierno, desde dentro, desde dónde tienen más valor sus palabras y sus actos no puedo dejar de ocultar mi admiración por ella desde aquí, desde Europa, desde una España, aunque mal gobernada por una corriente ideológica, el socialismo, destinada a la desaparición por sus propios desmanes, en la que, no obstante, impera el Estado de Derecho, y en un escenario dónde es muy fácil escribir sobre Constitución, leyes y demás mandangas con la total impunidad del que, aunque crítico con el Gobierno y las Instituciones, se sabe efectivamente amparado por los derechos fundamentales a la libertad ideológica, de expresión, de residencia y circulación y tantos otros proclamados en nuestra Constitución (TI, SII, CI).
Todo lo contrario que para Yoani, en una Cuba que, en realidad son dos Cubas la Cuba oficial, paraíso del socialismo (antes del comunismo), tierra de la felicidad, de la dicha, la igualdad y la abundancia, sobre todo en dogmas y proclamas trasnochados, democrática y social, un edén, vamos
Ella también tiene una Constitución, dirán algunos, y es cierto. Tan cierto como la tipología ontológica que ya Lowenstein realizó a mediados del S.XX acerca de las Constituciones escritas, dónde no dudó en clasificar de semánticas aquellas, como la Cubana, irreales, ajenas a conceptos tan importantes como la conquista y ejercicio del poder, llevados a cabo a sus espaldas, y que, lejos de guiar el proceso político, legitima y formaliza el poder como monopolio de un determinado grupo ideológico, por muy disparatada que sea la ideología que (interesadamente) la sustenta. Constituciones dónde encontramos derechos tan rimbombantes como difusos, estériles e ignorados y que no son más que papel mojado, pantalla, careta y disfraz de un Gobierno que contradice, con sus actos, cada renglón de la misma.
Después está la otra Cuba, la real, la de la miseria, la escasez, la represión, el miedo y el silencio, la Cuba en la que tu vecino es tu traidor, la Cuba en la que es imposible llegar a fin de mes con el trabajo de cada uno, dónde un físico nuclear te despacha el pan (sic) y dónde la política interna consiste en arengar continuamente al pueblo a conquistas irrealizables a base de soflamas tales como ahorro o muerte imposibles de cumplir por el pueblo (carente de dinero y otras propiedades) a no ser que sea el omnipresente Estado quién decida ahorrar por los sufridos cubanos a base, por ejemplo, de cortarles la luz para así reducir el consumo energético o aquella otra en la que los anuncios televisivos [nos] llaman a aumentar la higiene ante el avance del H1N1 (…) ,y correlativamente [nos] llama a lavarnos las manos frecuentemente, usar pañuelos cuando estornudamos y mantener una buena higiene personal en un país en el que faltan mascarillas, lavamanos e incluso el agua corriente
Esa es la Cuba real, la Cuba ignorada por el resto del mundo, esa es la Cuba enemiga de quién incluso quiere dejar atrás años de bloqueo e iniquidad y comenzar a tender manos que se conviertan en puentes salvadores de cara al futuro.
Por el contrario, es a la Cuba oficial, la Cuba verduga de sus propios ciudadanos, a la que nuestros estadistas estimulan y rinden pleitesía en un acto más de miopía política sólo interesada en lavar la cara a una dictadura cruel y represiva por la única razón de una supuesta identidad ideológica que tiene, aquí también, atenazados sus cerebros
Maese Moratinos (que es la voz de su amo) y el resto del Olimpo socialista español no caen en la cuenta de que, dando la espalda a la disidencia Cubana zahieren sus aspiraciones e ilusiones, cercenan su futuro y les empujan, un poco más, hacia el abismo del desprecio, el exilio y el silencio, al tiempo que legitiman una estirpe política que dirige la nación a un camino circular hacia ninguna parte.
Por tanto es al esfuerzo que Yoani realiza a diario por zafarse de la mordaza gubernamental cubana al que yo, con mi modesta aportación rindo testimonio de mi admiración, sabedor de lo poco que representa, pero con la esperanza y la convicción de que, cualquier acto o acción, por nimio que nos parezca desde la comodidad de nuestras casas y de nuestro europeo Estado de Derecho, puede resultar, siquiera como apoyo, importantísimo para todos aquellos que se juegan la vida por la libertad en cualquier rincón del planeta.
En cualquier caso, como es habitual en las grandes personas, mi admiración por ella no reside tanto en las formas de su trayectoria vital, como en el fondo de sus desvelos y en la desigual batalla que libra para conseguirlos.
No la conozco personalmente y se de ella lo poco que sus pocos amigos y sus muchos enemigos han difundido o contribuido a difundir, pero la opinión que me he formado es la de una persona tan paciente, reflexiva, introvertida y silenciosa en la distancia corta como exaltada, ardiente y luchadora frente al gigantesco enemigo con el que convive a diario y que no es otro que su propio país, su propio Gobierno y sus propios vecinos. Y así ha llegado hasta mi blog como supongo es su forma de ser en la vida real, de puntillas, sin hacer ruido, como la sugerencia a media voz de un tercero, pero con la suficiente tenacidad y rotundidad como para denunciar el penoso statu quo que vive su país, Cuba y las difíciles vicisitudes diarias de sus habitantes en la titánica lucha por sobrevivir librada día tras día por los cubanos anónimos.
A poco que uno profundice en la vida y obra de Yoani, se siente tocado en lo más profundo de sus convicciones y obligado a corresponder a semejante esfuerzo por parte de esta mujer, de complexión menuda en continua pugna contra un adversario miles de veces más fuerte que ella pero ante el que no se arredra en absoluto.
Disidente con su gobierno, desde dentro, desde dónde tienen más valor sus palabras y sus actos no puedo dejar de ocultar mi admiración por ella desde aquí, desde Europa, desde una España, aunque mal gobernada por una corriente ideológica, el socialismo, destinada a la desaparición por sus propios desmanes, en la que, no obstante, impera el Estado de Derecho, y en un escenario dónde es muy fácil escribir sobre Constitución, leyes y demás mandangas con la total impunidad del que, aunque crítico con el Gobierno y las Instituciones, se sabe efectivamente amparado por los derechos fundamentales a la libertad ideológica, de expresión, de residencia y circulación y tantos otros proclamados en nuestra Constitución (TI, SII, CI).
Todo lo contrario que para Yoani, en una Cuba que, en realidad son dos Cubas la Cuba oficial, paraíso del socialismo (antes del comunismo), tierra de la felicidad, de la dicha, la igualdad y la abundancia, sobre todo en dogmas y proclamas trasnochados, democrática y social, un edén, vamos
Ella también tiene una Constitución, dirán algunos, y es cierto. Tan cierto como la tipología ontológica que ya Lowenstein realizó a mediados del S.XX acerca de las Constituciones escritas, dónde no dudó en clasificar de semánticas aquellas, como la Cubana, irreales, ajenas a conceptos tan importantes como la conquista y ejercicio del poder, llevados a cabo a sus espaldas, y que, lejos de guiar el proceso político, legitima y formaliza el poder como monopolio de un determinado grupo ideológico, por muy disparatada que sea la ideología que (interesadamente) la sustenta. Constituciones dónde encontramos derechos tan rimbombantes como difusos, estériles e ignorados y que no son más que papel mojado, pantalla, careta y disfraz de un Gobierno que contradice, con sus actos, cada renglón de la misma.
Después está la otra Cuba, la real, la de la miseria, la escasez, la represión, el miedo y el silencio, la Cuba en la que tu vecino es tu traidor, la Cuba en la que es imposible llegar a fin de mes con el trabajo de cada uno, dónde un físico nuclear te despacha el pan (sic) y dónde la política interna consiste en arengar continuamente al pueblo a conquistas irrealizables a base de soflamas tales como ahorro o muerte imposibles de cumplir por el pueblo (carente de dinero y otras propiedades) a no ser que sea el omnipresente Estado quién decida ahorrar por los sufridos cubanos a base, por ejemplo, de cortarles la luz para así reducir el consumo energético o aquella otra en la que los anuncios televisivos [nos] llaman a aumentar la higiene ante el avance del H1N1 (…) ,y correlativamente [nos] llama a lavarnos las manos frecuentemente, usar pañuelos cuando estornudamos y mantener una buena higiene personal en un país en el que faltan mascarillas, lavamanos e incluso el agua corriente
Esa es la Cuba real, la Cuba ignorada por el resto del mundo, esa es la Cuba enemiga de quién incluso quiere dejar atrás años de bloqueo e iniquidad y comenzar a tender manos que se conviertan en puentes salvadores de cara al futuro.
Por el contrario, es a la Cuba oficial, la Cuba verduga de sus propios ciudadanos, a la que nuestros estadistas estimulan y rinden pleitesía en un acto más de miopía política sólo interesada en lavar la cara a una dictadura cruel y represiva por la única razón de una supuesta identidad ideológica que tiene, aquí también, atenazados sus cerebros
Maese Moratinos (que es la voz de su amo) y el resto del Olimpo socialista español no caen en la cuenta de que, dando la espalda a la disidencia Cubana zahieren sus aspiraciones e ilusiones, cercenan su futuro y les empujan, un poco más, hacia el abismo del desprecio, el exilio y el silencio, al tiempo que legitiman una estirpe política que dirige la nación a un camino circular hacia ninguna parte.
Por tanto es al esfuerzo que Yoani realiza a diario por zafarse de la mordaza gubernamental cubana al que yo, con mi modesta aportación rindo testimonio de mi admiración, sabedor de lo poco que representa, pero con la esperanza y la convicción de que, cualquier acto o acción, por nimio que nos parezca desde la comodidad de nuestras casas y de nuestro europeo Estado de Derecho, puede resultar, siquiera como apoyo, importantísimo para todos aquellos que se juegan la vida por la libertad en cualquier rincón del planeta.
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