Política o esperpento.

Servidor, que ha tenido la suerte de leer los discursos en las Cortes republicanas que allá por 1932 pronunciaron políticos de la categoría de Azaña y Ortega y Gasset, con eruditas y enconadas disertaciones en torno a muchos temas, de entre los que destaca la discusión sobre el Estatuto de Cataluña (¿os suena?...), no puede por menos que avergonzarse ante el espectáculo que, con el pretexto de las elecciones autonómicas catalanas, están perpetrando la mayoría de partidos políticos que se presentan a dichos comicios.

A estas alturas de partido, ya he perdido toda esperanza de encontrar un orador  brillante y un discurso político coherente, con un mínimo razonable ya no de contenido (que no), sino simplemente de cultura, educación, razones, razonamientos y, si se quiere, de fina ironía y humor con breves dosis de sarcasmo atinado y mordaz como únicas concesiones a lo banal.

No, aquí lo que mola, lo que funciona y cuenta de verdad es la política de brocha gorda, la descalificación de los méritos del contrario para que no se vean mucho los deméritos de quién acusa, el insulto, la marrullería, la chabacanería y el mal gusto. Todo vale con tal de alcanzar el poder o, al menos, un pedacito de sus miserias.

Y es eso y mucho más lo que estamos viendo estos días en la campaña perpetrada por unos partidos políticos que, a falta de discurso, de programa, siquiera de algo que decir, se dedican a unas actividades que más se parecen a un ejercicio desesperado de provocación dirigido a voyeurs de mente calenturienta que a los electores que han de decidir quienes les gobernarán los próximos cuatro años de su vida. Puede parecer algo ligero, pero no lo es. Lo malo es que los que piensan esto último son los propios partidos y sus miembros (y miembras) más destacados durante el desarrollo de la campaña.

Debe parecerles eso,  muy ligero, y muy falto de contenido lo que se traen entre manos porque de otra manera no se entiende el enfoque chabacano y erótico festivo que están dando a una campaña electoral que parece más una atracción de feria que otra cosa.

Entre María Lapiedra, musa porno de Joan Laporta, cabeza de lista de Solidaritat Catalana per la Independència, paseándose en bikini con una estelada por Madrid,  el Vídeo Porno de Montserrat Nebrera, el orgásmico de las nuevas generaciones del PSOE,  el del travesti trasnochado Carmen de Mairena con su Coordinadora Reusenca Independent y sus follodromos como propuesta relevante de campaña la verdad es que no doy crédito a tanta estupidez y dudo que la salud general (mental incluida) de los españoles y particularmente la de los catalanes, pueda salir bien parada ante tamaña muestra de paroxismo, tan alejada de conductas y devenires cada vez menos habituales pero no por ello menos deseables de cualquier buena conducta política.

Sólo me faltaba ver a Esperanza Aguirre hablando catalán. 

Luego la clase política se queja de mala imagen y de los porcentajes de participación, que en anteriores convocatorias, como en el caso de las pasadas elecciones de 2006 fue del 56,04 % y de un raquítico 49,4% en el caso de la votación del nuevo Estatuto, es decir, en el mejor de los casos y estando la situación mejor que en la actualidad (que ya es decir) de cada dos catalanes, uno vota y el otro se queda en casa supongo que viendo al Barça por la tele o llevando a cabo cualquier otra actividad que le interese y le gratifique más.

Esta vez, estos mismos políticos de todo a cien, que tan buen favor están haciendo al género de Valle Inclán rezan (aunque sean ateos) por llegar a un 50% de participación.

Y lo entiendo.